Enfermedades crónicas y consumo moderado de alcohol

Las principales causas de mortalidad mundial son las enfermedades crónicas: cardiovasculares,  cáncer y diabetes, que sumadas corresponden a más de la mitad de los fallecimientos.              

La Organización Mundial de la Salud reportó que anualmente las personas mueren más por enfermedades cardiovasculares que por otra causa. Las enfermedades cardiovasculares en Estados Unidos son la causa de más de 610.000 muertes cada año.

En el año 1992 Serge Renaud planteó que el alto consumo de vino tinto de la población  francesa podría explicar, al menos en parte, la “paradoja francesa” de alta expectativa de vida y baja mortalidad cardiovascular a pesar de la alta prevalencia de factores de riesgo cardiovascular como dislipidemia, tabaquismo e hipertensión arterial. La introducción del término paradoja francesa ha motivado profundas y extensas investigaciones sobre los beneficios del consumo moderado de vino.

En el estudio Interheart, en los cinco continentes, el consumo moderado de alcohol se asoció a menor riesgo de infarto agudo de miocardio.

En numerosos estudios observacionales con seguimiento a mediano y largo plazo de grandes poblaciones, el consumo moderado de alcohol se relacionó a menor mortalidad cardiovascular y menor mortalidad por todas las causas.

El consumo no moderado de alcohol (de más de 14 copas semanales), se ha asociado a perjuicio para la salud, planteándose que a dosis mayores que un consumo moderado la cantidad de etanol puede resultar nociva.

El consumo bajo o moderado de alcohol se asocia a menor frecuencia del síndrome clínico de fragilidad en adultos mayores, el cual se relaciona a mayor mortalidad.

En un estudio de la Universidad de Harvard recientemente publicado, el consumo moderado de alcohol (menos de 30 g/día de etanol) fue uno de los cinco hábitos asociados a mejor expectativa de vida en adultos, a menor mortalidad cardiovascular y a menor mortalidad por cáncer. Los otros factores asociados fueron: la actividad física mayor de tres horas y media semanales, el peso adecuado (índice de masa corporal menor de veinticinco), no haber fumado y la dieta saludable. En dicho estudio, hombres y mujeres de cincuenta años que manifestaron tener consumo moderado de alcohol, tuvieron de 2 a 4 años mayor expectativa de vida que aquellos que no consumían bebidas alcohólicas y que los que consumían más de 30 g al día de etanol.

En otro estudio reciente que utilizó una gran muestra de personas adultas de Estados Unidos, se llegó a la conclusión que la ingesta baja o moderada de alcohol podría tener un efecto beneficioso protector especialmente contra enfermedades cardiovasculares.

En un estudio brasileño recientemente publicado, que estudió la prevalencia de sindrome metabólico de resistencia a la insulina, el grupo de personas que consumía moderadamente alcohol, en especial vino, junto a la ingesta de alimentos, tuvo menor prevalencia de dicho sindrome. 

El consumo bajo o moderado de bebidas alcohólicas, con comprobada efectividad nutracéutica como el vino tinto, en asociación con dieta mediterránea, puede determinar una reducción del riesgo de aparición de ateroesclerosis a través de modulación positiva de la expresión de genes antioxidantes, ayudando en la prevención del daño oxidativo e inflamatorio.

Referencias consultadas: 

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